martes, 23 de julio de 2013

Una realidad mentirosa

Ante todo, estas palabras nacen de varios planteos éticos.
Hace unos meses regresé de Palestina. Estuve allá casi tres meses. Hice un voluntariado por la paz. Fui, por un tiempo, un Acompañante Ecuménico del Consejo Mundial de Iglesias.
Antes de viajar, leí, escuché, reflexioné, escribí, pregunté, me pregunté, analicé, imaginé y soñé con qué realidad me iba a encontrar cuando llegara a Palestina.
Cada encuentro fue único e irrepetible. Cada uno de los olores descubiertos no se han borrado de mi memoria. Cierro los ojos y puedo graficar mi viaje en caras, en historias, en gestos y sonrisas. Abro mis ojos y me encuentro en otra realidad, en mi realidad Latinoamericana, Argentina, porteña, de barrio, de estudiante de teología, de hijo, de amigo, de hermano. Los recuerdos pierden fuerza, pero las sensaciones vividas en Tierra Santa no desaparecen, siguen ahí, punzando, poniéndome en dilemas éticos, cuestionándome, replanteándome mi vida misma.
La situación del pueblo Palestino es extremadamente compleja, ya que deben realizar el esfuerzo por comprender las lógicas injustas de un sistema estructurado en pos del beneficio de pocos, ya sean palestinos, israelíes o de alguna otra nacionalidad que esté haciendo un paseo productivo por Tierra Santa.
Las economías globales y las alabanzas al consumo han invadido tanto Palestina como Israel. A las prácticas individualistas el pueblo palestino ofrece una resistencia admirable, ya que los núcleos familiares son fuertes pilares sociales, como así también, espacios de solidaridad entre las familias.
El panorama de Medio Oriente, y así también de Palestina e Israel, se encuentra bajo el paraguas de grandes sistemas fantasmas que operan bajo opulentas mantas de la clandestinidad no publicitada de manera explícita. Ya no importan las argumentaciones, ya no coinciden las razones. Hay un vacío de sentido que se remonta a tiempos ancestrales, a luchas de otras realidades, de otras fronteras, de otros actores y actrices.
La cuestión no estriba solamente en si el pueblo Palestino está radicalmente expropiado de sus derechos, o si el pueblo Israelí viola todos los derechos humanos establecidos en las diferentes conferencias mundiales en pro de los derechos humanos.
Creo yo, la pregunta radica en qué tipo de humanidad nos estamos convirtiendo.
¿Existe la posibilidad de la reconciliación?
Las problemáticas trascienden las difusas fronteras de Palestina misma. Cuestionan nuestras formas de relacionarnos, de perdonarnos, de vincularnos, de escucharnos, de odiarnos, de querernos, de matarnos. Las realidades de la sociedad global toda, como también, de forma particular a nuestra realidad sudamericana. Como en tantas otras guerras, la posesión de la tierra es el centro del odio y del conflicto. ¿A quién le corresponde la tierra? ¿Quiénes son los beneficiarios de las tierras? ¿Quienes administran Tierra Santa? ¿Cuántos muertos se cobra la administración de la Tierra Santa? ¿Quiénes estaban antes y quienes estarán después? ¿Quién mató primero?
Es claro que en toda guerra han existido dominados y dominadores; poderosos y débiles; malos y buenos; perdedores y ganadores; santos y pecadores, pero esta guerra lleva meses, décadas, siglos, y sigue sin definición. Ya no hay ganadores o perdedores. Ya solo quedan sufrimientos y dolores.
Y la pregunta que nos acarrea hacía un lugar más pedregoso aún, ¿existe algún camino de solución?
No me siento capacitado para dar respuesta a este interrogante. Puedo decir que no estuve ni lejos ni cerca. Puedo decir que estuve allí.
Quiero decir que conocí a seres humanos increíbles, viví situaciones inexplicables, lloré errores humanos, odié sistemas de muerte, razoné una y otra vez lo incalculable del odio, sentí el dolor y el sufrimiento como nunca antes había sentido, oré y recordé a las personas que me quieren. Sentí con mucha intensidad.
Creo que el tiempo en Palestina me ayudó a reaccionar.
Me ayudo a re-descubrir a un Dios que no es ni cristiano, ni judío, ni árabe, pero inexplicablemente reconstruye lo irreconstruible. Reconstruye en la sonrisa de muchos niños y niñas que se enfrentan a un presente incierto, a miles de trabajadores palestinos que día a día denuncian las injusticias del Ejército israelí con una paciencia admirable, en sectores del pueblo judío que denuncian los abusos y las violaciones del Estado de Israel sobre el pueblo Palestino, en el hombro que ponen miles de cristianos que se mueven a Tierra Santa para acompañar a sus hermanos y hermanas para buscar una versión diferente de la misma historia mediática y publicitaría.
La libertad se logra desde el amor, y el odio se cura con el perdón.

23.07.13 - Buenos Aires - Argentina
Jonathan Michel

Consultas
jonathan.axel.michel@gmail.com 

Más información: www.eappi.org

sábado, 5 de enero de 2013

Sobre 365 nuevas oportunidades


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Mientras recibía el año nuevo en Tel Aviv, durante mis días libres, me imaginaba que estarían haciendo mis amigos, mi familia, en Argentina. Pensaba que voy a hacer cuando regrese a Argentina: trabajo, facultad, vida, proyectos, deseos, visitar gente, compartir sobre Palestina, reencuentros; mientras la sensación de extrañar iba creciendo, el 2012 se iba esfumando entre cervezas, brindis, música brasilera, y lo perfecto e impecable de la ciudad de Tel Aviv.; ciudad del primer mundo, luces que encandilan, playa, rambla, locales circulando sin ánimos de amabilidad y cordialidad.

Finalmente, ustedes saben, el tiempo no se detiene, no espera por nosotros para que nos tomemos algo mas de tiempo para pensar, para reflexionar, para proyectar, para desear, para tratar de imaginarnos que lo que queremos para nosotros, que tendremos ganas de hacer en un nuevo año de vida; el tiempo nos va comiendo, nos va devorando, desintegrando hasta que un día nos advierte que ya es tarde y que pasó.

Ya era de día de nuevo. El reloj marcaba las 3 en punto. El calendario decía 03.01.13. Algunos números eran los mismos. La situaciones no. Las opciones tampoco. Los cuerpos y las mentes ya no son los mismos. Se han modificado. Como una avalancha de sensaciones comienzo a caminar en un nuevo momento, en un nuevo tiempo, en una nueva experiencia. Ya es tarde para arreglar algunas cosas. Jamás es tarde para pedir perdón. Nunca pienses que no tenes derecho a soñar. No dejes que arranquen de tu cabeza la loca idea de que podemos ser en una realidad diferente. Algunos sueños se fueron a dormir en el olvido; otros se van despertando junto con el alba del nacimiento, con olor a resurrección, y comienzan a tomar forma en una realidad que está fuera de lugar.

Era hora de volver al trabajo. Era hora de ponerle una vez mas el cuerpo a la incomprensión. Era hora de seguir acompañando algunas vidas que rezan por vivir.

Como ustedes sabrán, allá por el 24 de octubre de 1945, en San Fransico (California, EEUU) se crea la Organización de la Naciones Unidas. Los cañones y las armas de la Segunda Guerra Mundial estaban todavía tibios y muchos seguían llorando muertos y limpiando la sangre de miles y miles de seres humanos. Entre varias resoluciones en esos primeros años, la Asamblea General de la Naciones Unidas del 24 de noviembre de 1947, reunida en Nueva York, aprobó la Resolución 181, la cual recomendaba un plan para resolver el conflicto entre judíos y árabes en la región de Palestina, que se encontraba en esos momentos bajo administración británica. El plan de la ONU proponía dividir la parte occidental del Mandato en dos Estados, uno judío y otro árabe, con un área, que incluía Jerusalén y Belén, bajo control internacional. La incapacidad del gobierno británico para llevar a cabo este plan, una vez mas, déjenme acotar, junto con la negativa de los países árabes de la región a aceptarlo, tuvo como consecuencia la guerra árabe-israelí de 1948 y los sucesivos enfrentamientos entre árabes y judíos. Para los palestinos, esta guerra fue denominada Nakba (Catástrofe), y fue el comienzo de una ocupación que lleva mas de 60 años. Para los judíos, está guerra fue llamada Guerra de la Independencia o de Liberación.

El 5 de junio de 1967, estalló la Guerra de los Seis Días, en la cual Israel se enfrentó a Egipto, Siria e Iraq. En seis días Israel conquistó la Franja de Gaza, Cisjordania, Jerusalén Este, los Altos del Golán y el Sinaí.

En noviembre de 1967 Naciones Unidas adoptó la resolución 242 por la que urgía a Israel a retirar su ejército de los territorios ocupados durante la Guerra de los Seis Días y a los países árabes a respetar y reconocer el derecho de Israel a vivir en paz en el interior de fronteras reconocidas internacionalmente. La OLP (Organización de Liberación Palestina) rechazó categóricamente la Resolución por considerar que "pisotea los derechos de dos millones de palestinos", y exigían que Israel cumpliese su parte y se retirase de los territorios conquistados, cosa que no hizo y que marcaría el conflicto hasta la actualidad. En los años siguientes a la guerra de 1967 se pasó a una guerra soterrada conocida como guerra de Desgaste. Israel anexionó el municipio de Jerusalén e incentivó los asentamientos de judíos en los territorios ocupados. Egipto multiplicó su hostigamiento militar contra Israel, que culminaría en la guerra de Yom Kipur, e intensificó su apoyo a los grupos armados palestinos que, a partir de 1968 (y con el apoyo de Siria al Frente Popular para la Liberación de Palestina - FPLP), iniciaron una escalada terrorista internacional sin precedentes (secuestros, ataque y explosión de aviones comerciales, atentados contra embajadas y diplomáticos de Israel, ataques a intereses de la comunidad judía en todo el mundo, atentados contra instalaciones de gas y petroleras, etc. Esta escalada culminaría finalmente en la masacre de Múnich).

El texto de la resolución 242 es ambiguo en cuanto a si exige a Israel una retirada de todos los territorios ocupados en la guerra (según el texto de la versión francesa: Retrait des forces armées israéliennes des territoires occupés lors du récent conflit) o de parte de los territorios (según la versión inglesa: Withdrawal of Israeli armed forces from territories occupied in the recent conflict).

Hace unos días fuimos a un pueblo, muy cerca de Tulkarm, llamado Far'un. Allí nos encontramos con Basán. Él es un hombre de unos treinta y pico. Está casado y tiene tres hijos: una hija que está entrando en la adolescencia, un varón de unos 8 años y una pequeña de un año y medio.

Basán nos comentó que terminó de construir su casa por 1998 y que a las pocas semanas recibió, por parte del gobierno israelí su primera orden de demolición. Estas ordenes, entre pocas razones claras, dicen que las casas de algunos palestinos se encuentran muy cerca de la linea verde, una linea imaginaria que fue declarada por el '48 y que establece la separación entre los pueblos palestinos e israelíes, y que el Estado Israelí, por asuntos de seguridad nacional, debe demoler las casas. Cuando digo demoler, me refiero a que los militares israelíes llegan con maquinas topadoras y tiran abajo por completo, en pocos minutos, las casas. El tiempo que las familias tienen para sacar sus cosas y encontrar otro lugar en donde vivir varia según el humor de las autoridades israelíes y la agenda de prioridades de los soldados. A veces meses, a veces días, a veces horas.

Desde el '98 hasta ahora, Basán ha logrado, con abogados y mucho dinero, ir aplazando el tiempo de la demolición. La suerte de sus vecinos no ha sido la misma, y el barrio de Basán esta decorado con escombros de algunas casas que alguna vez fueron hogares de familias palestinas.

Basán nos comentó que hace unas semanas estuvo de nuevo en una corte israelí, en una vista con el juez. Nos dijo que está vez no tuvo una buena sensación y que cree que está llegando el tiempo de pensar en otro lugar. Nos contaba que por el no tiene miedo, que se puede quedar ahí y pelear por su hogar hasta el ultimo minuto, pero que teme por sus hijos. Nos dijo que todos los días, antes de que la niña mas que pequeña valla a dormir, le cuenta algunas historias, cuentos de otros tiempo, que hablan sobre soñar, sobre Dios, sobre que no todas las personas son malas, y que ella tiene que rezar antes de dormir y pedirle a Dios que los cuide; que Dios escucha y que es bueno. Que algunas veces los seres humanos nos equivocamos y cometemos errores, pero que siempre tenemos la oportunidad de perdonar.

Sacamos fotos, hablamos del año nuevo. Tomamos juego. Los niños me enseñaron un juego con las manos. Cuando nos estábamos yendo, le dije a Basán que iba a compartir su historia con ustedes; le dije que le iba a pedir a mi Dios para que toque algunos corazones y detenga razones nubladas por el odio. La verdad, es que no sabía que decir. La verdad es que debí quedarme en silencio. Basán no dejaba de agradecernos por nuestro trabajo. Yo sentía que no estábamos haciendo mucho. Se lo dije. Me contestó que las casas y lo muros se pueden derribar y reconstruir, pero que la vidas son mas valiosas y que si necesitan algún otro lugar en donde vivir, hay miles de hermanos y hermanas que los van a recibir con un plato de comida y un lugar donde descansar. Que le duele y que está enojado; que no es justo porque el no le robo nada a nadie y que todo lo que hizo y hace, lo consigue a fuerza de trabajo. Basán sueña y desea que sus hijos puedan crecer y vivir lejos del odio y rencor de otros tiempo, de otras historias, de otras guerras.

Quizás podemos jugar. Los y las invito, sentados en sus casa, o desde donde estén leyendo esta pequeña parte de una gran historia, que jueguen a pensar en sus familiar, en aquellos que están cerca o lejos, y sigan jugando, y que cierren los ojos y se imaginen una maquina que viene hacia sus casas u hogares con la intención de tirarla abajo, de destruir sus muebles, sus paredes, sus techos, sus fotos, sus recuerdos, sus partes sin terminar, sus historias representadas en materialidades. Maquinas de metal y maquinas humanas vaciadas de sentimientos.

Al final de día fueron solo horas que intentaron ordenarnos. Al final del año quizás solo fueron historias que compartiremos con otros y otras. Finalmente, un año mas ha sido un intento de sistematizar nuestras vida a gusto y placer de los que organizan la historia según sus criterios. Cuando una vieja parte de la historia se va esfumando y una nueva va cambiando de números para erguirse nuevamente como la reguladora de la realidad, nosotros estamos acá, en medio de dolor y odio, en medio de demoliciones de sueños e historias, en medio de un lugar que no tiene mucho lugar en alguna historia de liberación. En historia que ha sido y es de esperar lo peor, historia de movimiento involuntario hacia lugares que no son hogares.

Que nuestro Dios, el mio y el de ustedes y el de ellos, nos regalen una vez algo así como 365 nuevas oportunidades de liberarnos, nuevas oportunidades para des-organizar nuestras prioridades; quiera Dios que a Basán no le demuelan la casa; quiera Dios que aquellos niños y niñas tengan un lugar donde ser libres y soñar sin limites absurdos y muros arbitrarios; quiera Dios que aquellos niños y niñas puedan caminar libres de opresiones, que puedan crecer en un hogar de amor y paz. Como vos y como yo.

Hoy, de nuevo, te pedimos Dios que sea.

Hasta otro día.

05.01.13 - Tulkarm - Territorios Palestinos

Jonathan Michel