miércoles, 26 de diciembre de 2012

Dramatizando la tragedia

Misterio, incomprensión, alegría, reencuentros, deseos, frustración, espera, proyección, derrota, comprensión, nostalgia, aceptación, navidad, nuevos conocidos, paciencia, y la desesperación que inunda la vida cuando la soledad se presenta con sus vestimentas grises en el palacio de la vida, pasando por delante de nosotros y nosotras, saludando con una leve sonrisa que aparenta familiaridad, pero que al mismo tiempo nos invita a sumergirnos en lo inexplicable de las tristezas que nos rodean.
Esta semana ha sido intensa.
Han pasado varios días del último relato. La fuerzas fueron decayendo; la primeras impresiones de la novedad se fueron gastando, y las historias comenzaron a repetirse: problemas con los permisos, demoliciones, incursiones del ejercito israelí en los pueblos palestinos, árboles de olivos cortados y quemados, la construcción de los muros continua, mas pueblos palestinos aislados e incomunicados, represión en las manifestaciones, arrestos sin motivos claros, llantos, la impotencia de no saber que hacer, no-respuestas, encuentros con militares argentinos al servicio de las fuerzas armadas israelíes, más arrestos, navidades de espíritus vacíos pero con mercados llenos de regalos, turistas buscando algún lugar donde comer, realidades incoherentes como este relato.
Han sucedido cosas que no podrían haber sucedido porque la lógica racional no lo permitiría, pero aquel misterio que da vuelta alrededor de nuestras vida, muchas veces posibilita que lo inexplicable sea realidad, y siga siendo realidad aunque no le encontremos racional explicación.
Cuando me plantee la idea de ir armando este espacio, no sabía por que lo hacía, ni tampoco sabía que escribiría, y mucho menos me imaginé que alguien lo leería.
Muchos de ustedes, los y las que me conocen, saben que crecí en un pequeño pueblo, en el sur de Entre Ríos. Ese pueblo se llama Aldea San Antonio; pueblo de inmigrantes, rusos alemanes, laburadores, religiosos y protestantes la mayor parte.
Viví en este pueblo hasta los 18 años, y desde ese momento armé mi mochila y comencé a caminar; he ido tomando diferentes cominos. Mis elecciones y opciones han sido mi transporte, mi sonrisa ha intentado generar vínculos con cientos de nuevas personas, la reflexión teológica en torno a las realidades que se me han presentado ha sido mi herramienta de trabajo, y la fe ha sido el motor que se ha mantenido encendido para enfrentar cada día esta vida que me toca y elijo con alegría a cada momento.
En la escuela secundaría, en mi pueblo, tuve una excelente profesora de historia, que me enseño un poco a pensar, a reflexionar, a leer la historia con lentes críticos. También, ella y mi colegio, me brindaron la posibilidad de viajar a Buenos Aires y participar de unas olimpiadas de educación cívica, nos contaron en consisten las elecciones democráticas, nos enseño acerca del sistema electoral, jugamos a votar, reímos y nos enteramos que varías décadas atrás, en Argentina, habían desaparecido miles de personas porque pensaban diferente al sistema político-militar impuesto por la fuerza. En ese momento, la adolescencia, el dolor del crecimiento, me tenia preocupado por otras opciones: los amigos, la joda, el viaje de fin de curso, chicas, alcohol...
Cuando comencé la universidad escuché por primera vez las palabras dictaduras militares, represión, desapariciones, opresión de pensamientos, libertad de expresión, manifestaciones, botas, milicos hijos de puta, liberación, diversidad política, critica social, muerte sin razón, rock nacional, Perón, el Che, la revolución cubana, golpe de estado, la noche de los lapices, el Cordobazo, ERP, Montoneros, derecha, izquierda, políticas neo-liberales, Plan Cóndor; y alguna vez escuché: “ y yo dormía y los milicos entraron en mi casa, en medio de la noche, me pusieron una capucha en la cabeza y me chuparon; cuando salí, no era el mismo”.
Día a día debía volver a re-leer, re-pensar, des-armar, re-armar. Intento seguir haciéndolo.
En medio de toda esa información, la de-construcción de mis reflexiones no paraba, y cada día iba aprendiendo más acerca de la biblia, incorporaba nuevos elementos teológicos en mi vocabulario, leía los relatos bíblicos a la luz del contexto que me rodeaba. Me cuestionaba (y aún me cuestiono) mi fe en cada lectura, en cada nuevo relato que ingresaba en mi cabeza. Hablaba de Dios en el barrio, pero no creía en el cambio, el Dios que nació pobre y miserable se enfrentaba con el Dios rico y cubierto de oro.
Hoy no se cuanto he aprendido, no se si mis opiniones son correctas o erradas, no se muy bien si mis construcciones teológicas son buenas o malas, no se si soy bueno escuchando o hablando, o las dos cosas. Algunas veces no se si mi trabajo ayuda o complica, o si ayuda y complica a la vez. Me pongo a la defensiva cuando me dicen que Dios no existe y que este mundo se está yendo a la mierda; después de un rato, abro los ojos y confirmo que se está yendo a la mierda, miro hacia arriba y le pido a mi Dios que se haga presente, que se deje ver, que le ponga un poco de onda a la situación y que nos de una mano.
Anoche recibimos un llamado a la 22pm: “los militares están en el sur de Tulkarm y parece que están chequeando algunas casas”
Hacia un rato que habíamos llegado de Belén, otra de la ciudades santas, la de excelencia cristiana, la sede elegida por el Señor para el nacimiento de su Hijo; el lugar donde supuestamente el Salvador se hizo carne para la liberación de sus creyentes. Árboles de navidad, luces, turistas, cámaras, obispos de todo tipo y color, Mahmud Abbas, la prensa internacional, religiosos y fanáticos, miles de formas de fe. El equipo del PEAPI se había encontrado en Belén para celebrar la navidad. Hace mas de 2000 años, ciudad controlado por el Imperio; hoy, ciudad controlada y sitiada por Israel.
Ya en Tulkarm, cansados por un largo viaje, debíamos tomar la decisión de ir o no a monitorear la supuesta incursión de las fuerzas militares. Finalmente, decidimos ir.
Llegamos al lugar, y no sabemos muy bien cuantos soldados había, porque estaba muy oscuro. Detuvimos el taxi cerca del edificio. Nuestro chófer habló con algunos locales, y estos le dijeron que había entre dos o tres jeeps del ejercito, con unos ocho soldados por jeep. Vimos los primeros soldados en la calle; luego observamos en las ventanas del edifico que algunos vigilaban por la ventanas. Nos vieron.
Hicimos contacto con algunos vecinos, y decidimos dar un vistazo desde el techo de una de las casa próximas al edificio en el cual se encontraban los soldados. Es un edificio que alberga a estudiantes universitarios que se mudan a Tulkarm para estudiar.
Subimos al techo, y al cabo de unos minutos, uno de los soldados nos estaba vigilando desde otro edifico, por una ventana. Hicimos contacto visual, pero no hablamos.
Esperamos unos minutos mas, y por miedo a que esta familia se metiera en problemas, decidimos dejar la casa. Cuando llegamos al frente de la casa, ya afuera, advertimos a escasos metros había unos cinco soldados y que venían otros mas.
Decidimos salir y probar si podíamos conseguir alguna información de los soldados. Al primero que le preguntamos que es lo que estaba pasando, nos contesto que no había ningún problema y que por favor nos retiremos. Comenzamos a caminar, y unos metros, alejados de nosotros, había un grupo de jóvenes palestinos que comenzaron a gritarles a los soldados. Quedamos entre los soldados y los jóvenes. Por miedo a que los jóvenes comiencen a tirar piedras y los soldados respondan con bombas de gas y bombas de estruendo, llamamos a nuestro taxi, y decidimos dejar el lugar.
Rodeamos la manzana con el auto, y nos estacionamos a unas tres cuadras del lugar. Esperamos una media hora, y cuando los soldados se fueron, regresamos al edificio de estudiantes.
Hablamos con uno de los locales y nos comentó que habían arrestado a cinco jóvenes y que no sabía a donde los habían llevado. También nos comentó que no era seguro seguir buscando información en la noche porque él pensaba que uno de los vecinos que tiene un supermercado, era un contacto israelí y estaba filtrando información. Decidimos irnos y regresar al día siguiente.
Hoy volvimos a ir. Hicimos contacto con los jóvenes que viven en ese edificio y nos comentaron que finalmente habían arrestado a tres jóvenes, dos de 19 años y uno de 20. A uno lo dejaron en libertad al cabo de una hora, y los otros dos, todavía continúan detenidos. También nos dijeron que a un par de manzanas, hay una casa donde viven 9 estudiantes y que en varias oportunidades los soldados habían intentado entrar o algo parecido.
Decidimos ir a esa otra casa y chequear. Llegamos y nos recibieron 3 jóvenes. Al cabo de unos minutos había unos 7 u 8. Nos comentaron que los soldados han ido al menos tres veces, durante la noche, y que se han quedado entre 2 y 3 horas, alrededor de la casa, observando hacia adentro, pero sin ingresar. No comentaron que es muy difícil estudiar en esta condiciones y que todas la noches no pueden dormir por miedo a que los soldados aparezcan. Todos ellos tienen entre 19 y 20 años y estudian en una universidad local. Ninguno de ellos es de Tulkarm; provienen de ciudades vecinas.
Mientras los jóvenes nos relataban lo que había sucedido, pensaba en que sucedería si yo estaría en Argentina, y cada noche, o en algunas noches, soldados llegarían a mi casa, tirarían la puerta abajo y comenzarían a revolver todas mis cosas en busca de Dios sabe que, y en el mejor de los casos, me dejarían allí, con toda la casa dada vueltas, o sino, me llevarían por averiguación de antecedentes, y mis padres, mis amigos o mis conocidos tendrían que ir a buscarme y pagar una multa por un arresto carente de razones, o por lo habitual, “asuntos de seguridad nacional”.
Siempre es la misma respuesta: “asuntos de seguridad nacional”. Por estos asuntos, los soldados llegan a la casa de los palestinos, cuando se les da la gana, o simplemente porque están en “tiempo de entrenamiento”, y en este tiempo de entrenamiento, usan a los palestinos y sus cosas como ratas de laboratorio: entran a las casas, los atan, les hacen preguntas, los esposan, y algunas veces se llevan a alguien. La mayoría de la veces, son varones jóvenes, que trabajan o que van a la universidad, o ambas. En estos periodos de detención, lo más probable que pierdan el curso en la universidad, sus trabajos, y seguramente el o los permisos que le permiten buscar trabajo en Israel.
Cuando escuchaba los relatos y las historias de aquellos y aquellas que fueron jóvenes en Argentina en el tiempo de las dictaduras militares, pensaba: “que bueno haber nacido en este tiempo con algunos derechos más, así puedo laburar y estudiar tranquilo; así puedo pensar en mis proyectos y en mis sueños; así puedo intentar vivir mi vida con alegría y sin preocuparte por los asuntos de seguridad nacional”. Además pensaba, “que bueno que ya hemos aprendido un poco y es casi seguro que esto no volverá a suceder”.
Hoy, 2012, en los Territorios Palestinos, esto sucede.
Los pibes y las pibas de mi edad no pueden vivir, dormir y soñar tranquilos. Siempre están esperando a los soldados. Ninguna autoridad palestina contesta los llamados de auxilio porque no tienen ni la fuerzas ni la estructura político-judicial para embarcarse en una pelea digna y justa con las autoridades israelíes.
Hoy, a la mierda con callarse. Hoy se sale a la calle con las pancartas en las manos, con la banderas, con los corazones y las mentes reclamando por la libertad y la justicia. Hoy todo el mundo se tiene que enterar que acá, en tierra Palestina, los soldados, la policía y las autoridades políticas israelíes hacen y deshacen con pibes como yo y como vos lo que se les da la gana. Abusan,roban, golpean y matan.
Nos invitan a ser pro-derechos humanos. Acá va, una vez más mi denuncia en pro de los derechos humanos: hasta que Palestina no sea libre, nadie en este mundo lo será. Hasta que no dejemos de mirarnos el ombligo, nadie será libre. Hasta que los pibes y las pibas en las villas Argentina no sean liberados de la pasta base, nadie va a ser libre. Hasta que el olor de la sangre de miles de palestinos y palestinos no llegue a las bancas de los parlamentos internacionales, acá nadie puede hablar de libertad.
En mi relato anterior, hablaba de la justicia, que yo apelo a una justicia externa, que viene de afuera.
Lo sigo creyendo. Sigo, hoy mas que nunca confiando en mi Dios. Hoy, siento que si les cuento esto, puedo decir que creo en Dios, que creo que hace más de 2000 años nació un niño, acá, a pocos kilómetros de dónde vivo, que tenia y tiene el poder para liberamos de las opresiones que nosotros mismos construimos. Siento que si les comparto un poquito de mi experiencia puedo gritar a los cuatro vientos que Jesús nació, vivió y caminó estas tierras y que nos va a liberar de esta realidad de mierda.
Que la paz sea hermanos y hermanos. Que nos podamos comunicar con la oración y que las oraciones se junten y tiren abajo muros y modifiquen realidades. Que esta navidad nos interpele una vez mas a nacer de nuevo.
Hasta otro día.

26.12.12 - Tulkarm - Territorios Palestinos
Jonathan Michel



jueves, 13 de diciembre de 2012

Cuando la justicia es solo una definición conceptual...


Domicio Ulpiano escribia allá por el 230 d.C.:
"La justicia es la constante y perpetua voluntad de dar (conceder) a cada uno su derecho.
Los derechos son: vive honestamente, no hagas daño a nadie y da a cada uno lo suyo".

Mi día comenzó, muy temprano, a eso de las 3 am. Me levante, preparé un café, mire por la ventana y vi que llovía. Mirando por la ventana iba tomando mi café y pensaba: “está mañana el check-point1 va a estar movido”.
Prepare mi cámara de fotos, chequee si mi pasaporte y mi billetera estaban en mi chaleco, terminé mi café, me puse las botas, agarré el paraguas, y justo a tiempo el taxi estaba enfrente de casa.
A eso de las 3:50 am llegamos a Tayba-checkpoint. Llovía fuerte, estaba oscuro y los trabajadores palestinos estaban llegando en taxis, caminando y en autos particulares.
En este control en particular, existe un solo camino, y es de a pie. La única forma que se me ocurre para describir este lugar, es pensar, ya que me crie en el campo, en un gran corral con una puerta que da a una manga, como las que usamos en Entre Ríos, y en otras zonas rurales de Argentina, para marcar y medicar la hacienda. En este caso, en vez de animales, son seres humanos que van recorriendo esta manga y esperando a que los encargados de la seguridad privada israelí abran las puertas. Cada vez que la puerta se destraba suena una chicharra y una luz se pone verde. Luego de pasar la primera puerta, deben pasar por un detector de metales, y hasta ahí podemos observar desde afuera, ya que tenemos prohibido el acceso al interior del check-point.
Cada mañana, miles de palestinos y palestinas recorren varios kilómetros para llegar hasta este puesto de control, donde es incierto cuanto es el tiempo que deberán esperar, cuales son los requisitos que les exigirán cada nuevo día y sin tener la certeza si lograran pasar y llegar a tiempo a sus destinos.
¿Porqué quieren pasar? Para trabajar. La mayoría de palestinos que deben enfrentarse cada día a estos controles, son palestinos sin trabajo y sin tierras que cultivar en sus comunidades locales. La mayoría de ellos trabajan en “negro”, o sea, no poseen derechos laborales, ni beneficios sociales en términos de seguridad social de ningún tipo, y tampoco ningún contrato que les garantice algún tipo de estabilidad laboral, y claro está, como son “ilegales” pueden ser detenidos y devueltos a sus territorios ocupados en cualquier momento del día. Ellos y ellas son “contratados” por empleadores israelíes.
¿Que hacen los Acompañantes Ecuménicos en los checkpoints? Presencia de protección. Ustedes se preguntarán en que consiste este tipo de actividad. Yo me pregunté lo mismo. Básicamente, estamos parados por dos horas o mas, monitoreando cuantos palestinos y palestinas logran sortear los diversos controles de seguridad y cruzar a suelo israelí. Chequeamos además que las puertas permanezcan abiertas durante todo el tiempo que brindamos presencia de protección, y en caso de que se cierren por mas de 10 minutos, hacemos una serie de llamados a diversas oficinas de derechos humanos que siempre nos dicen que nos llamaran a la brevedad y nunca llaman.
Muchos de los trabajadores nos agradecen que estemos allí; otros nos cuestionan para que seguimos yendo si todo sigue igual. La gran mayoría no habla con nosotros porque nosotros no hablamos árabe y ellos no hablan inglés.
Hoy por la mañana llovía. El lugar que ocupamos habitualmente no posee ningún tipo de protección contra el agua que nuestro Dios nos regala, por lo cual debimos ubicarnos dentro de la manga, y en este lugar nos encontramos cuerpo a cuerpo con casi cada uno de los transeúntes. Caras y miradas separadas por centímetros, respirando casi el mismo aire, el mismo humo del tabaco; risas y miradas amargadas desfilaban otra vez hacia la in-seguridad de lo seguro. Miradas que atravesaban cada uno de mis pensamientos, el agua de las goteras que pegaba contra mi chaleco, y en mi mano derecha un contador que documentaría mas tarde cuantos palestinos y palestinas lograron dar una vez mas el salto hacia lo incierto.
Del otro lado, militares, policía y seguridad privada israelí haciendo lo que quieren, cuando quieren y donde quieren, sin respetar normas y derechos nacionales, internacionales y extra-terricolares, si es que existen en el algún tiempo y lugar.
La justicia en Palestina e Israel es mediada por la ley del mas fuerte: aquel que tiene dinero y armas es el rey de la selva. Los demás, simples lacayos al servicio involuntario del poder.
En Israel y en los Territorios Palestinos, las discusiones sobre los derechos humanos y el respeto por la integridad psíquica, física y emocional de los seres humanos se deja de lado para pensar estrategias de control por un lado, y generar nuevas estrategias para sortear estos controles del otro.
En el medio de este escenario, estamos nosotros y nosotras, Acompañantes Ecuménicos que poco sabemos de un conflicto que lleva mas de seis décadas. Tenemos cientos de hojas con estadísticas, reportes, informes sobre violaciones a los derechos humanos, cuantos muertos lleva Israel, cuantos muertos llevan los palestinos, hojas con decenas de números de teléfonos de organizaciones civiles, locales e internacionales, declaraciones de convenciones internacionales sobre derecho internacional, asambleas por los derechos humanos, mapas, historias, fotos, videos... y todo sigue igual, o peor.
Hoy por la tarde, regresé a mi casa. Después de un día largo, después de haber monitoreado una puerta escolar que alguna vez les contaré de que se trata, y de haber participado de una reunión, prendí mi computadora, y quise acercarme un poco a mi tierra. Comencé a leer un diario online de Argentina. El titulo del articulo que estaba leyendo rezaba: “Unas putas y nada más”. Después de terminar de leer, mi vista se ancló en el techo de mi casa, y mis pensamientos comenzaron estar cada vez mas confundidos. “yo recorrí más de 15.000 km para pensar una realidad diferente, en un lugar totalmente desconocido, con pautas y normas culturales ajenas a las mías, con un idioma que no entiendo, y con otro que hablo a medias, deje atrás por un tiempo a mi familia y a mis amigos para apostar por la paz y la liberación de las injusticias en un país que no es el mio, y en mi país, allá en Argentina, al sistema judicial de los hombres y las mujeres les importa un carajo si una piba de 23 años desaparece y es convertida en objeto sexual para que unos cuantos enfermos gasten unos pesos, y otros, puedan sacar unos mangos de la movida”.
No tengo ni idea que le pasa a cada palestino por la cabeza y corazón cuando le destruyen una casa, le ocupan un pedazo de tierra o le matan a un hermano; tampoco se me ocurre que siente y piensa el conductor de la maquina israelí que derriba la casa, o que siente la soldado israelí que mato al pibe palestino ayer en Hebron. Tampoco se lo que es que una hija desaparezca por diez años y que en diez años de proceso judicial y de investigación no logren ni encontrar a la piba ni encontrar responsables. Tampoco se con certeza que la justicia en la que creo sea la verdadera, la correcta y la efectiva; pero creo.
En este momento de mi vida, no me siento cómodo juzgando a la personas. Siento que no me sentaría bien ningún traje de juez.
Pero tampoco me siento cómodo en un lugar de pasividad y de no-palabra.
Por eso me sigo moviendo. Por eso sigo creyendo. Por eso sigo tratando de apalabrar lo que veo y percibo.
Pero me cuesta creer en la justicia de los hombres y las mujeres.
Por eso apelo a otra justicia, que viene de afuera, una justicia que es extra-nos.
Por eso sigo creyendo que la justicia del Reino esta siendo en este momento pero que todavía falta; no se cuando será del todo, y tampoco se si será del todo. Y aunque las realidades sigan tratando de convencerme de lo contrario, voy a seguir apelando a mi fe para seguir caminando y diciendo.
Por eso, en vez de juzgar, aunque no pueda dejar de hacerlo del todo, prefiero seguir buscando y dirigir mis sensaciones y pensamientos hacia una justicia que es según los criterios de Dios y no según los criterios de los hombres.
Que el amor y la misericordia de nuestro Dios nos libere una y otra vez. Que lo inagotable de la Resurrección sea para cada crucificado y crucificada aquí en Palestina, allá en Argentina, y en cada rincón de este mundo. Que el soplo del Espíritu Santo sea el regente de nuestras vidas y nos despierte cada día con fuerzas para seguir creyendo en una nueva realidad, en un Reino de justicia para cada ser humano de esta Creación.
Hasta otro día. 

13.12.12 - Tulkarm - Territorios Palestinos
Jonathan Michel 

1Son barreras de control territorial entre Israel y la Palestina ocupada. Fueron creados por la Fuerza de Defensa Israelí (FDI, o IDF en inglés). Su objetivos principal, según la FDI, es el aumento de la seguridad de Israel y sus asentamientos a los largo y lo ancho de Cisjordania.

La última encuesta de junio de 2012 de UN OCHA(United Nations Office for the Coordination of Humanitarian Affairs – occupied Palestinian territories. http://www.ochaopt.org) ha documentado y mapeado 542 obstáculos que bloquean la circulación de los palestinos dentro de Cisjordania. Esto incluyen 61 puestos de control con dotación permanente (con exclusión de los puestos de control en la Línea Verde), 25 puestos de control parciales y 436 obstáculos físicos, incluyendo retenes sin personal,
muros de tierra en las rutas, puertas agrícolas, barreras en las rutas y trincheras.
Para más información acerca de los puestos de control en Israel y Palestina, pueden seguir el siguiente link. Lamentablemente, solo por ahora, OCHA brinda información unicamente en inglés, hebreo y árabe. http://www.ochaopt.org/documents/ocha_opt_movement_and_access_report_september_2012_english.pdf

lunes, 10 de diciembre de 2012

Normalmente Anormal 1

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Quiero tomar prestado el titulo de esta banda, porque siento que resume un poco lo que intentaré describir a continuación.
El viernes por la noche regrese a Tulkarm.
Estuve en mis días libres. Visite algunos lugares en Jerusalén, tales como la tumba de María Magdalena, el Monte de lo Olivos, entre otros. Es imposible caminar entre los turistas, y cada vez que uno llega al centro de la cuestión se encuentra con diferentes tipos de piedras, grandes y chicas, que simbolizan el lugar donde Jesús oró, donde Jesús lloró, donde María murió, donde los discípulos caminaron, donde algún pastor dejó sus ovejas pastando... Muchas piedras, piedras en los recuerdos, piedras en la memoria, piedras en los muros, corazones hechos piedra...
Si le sumo a la decepción que me lleve en los lugares, la cantidad de gente que había besando muros, arrastrándose por los suelos, comprando estampillas, prendiendo velas y sacando fotos, seguramente me quedaba debajo de algún árbol leyendo la biblia y dejando volar mi imaginación y mi fe por lugares que nunca pude ver. Por alguna u otra razón no lo hice y compré. En fin, ustedes sabrán, turismo religioso, pequeñas migajas de objetos que han transitados eras brindando sentido a muchas formas de fe: la gente se amontona, se empuja y se falta el respeto en los “lugares santos” por un pedacito de santidad y por una foto.
A mi fe le interesa transitar algún otro lugar, otros caminos, alguna realidad más palpable desde el cuerpo que se enfrenta cuerpo a cuerpo con los que sufren y lloran en vida, aquellos que todavía respiran y duelen; para mí, en el encuentro cara a cara con el otro y la otra, la fe se manifiesta con todo su esplendor y transforma las realidades de dolor y angustia en realidades de amor y alegría; en el encuentro con el otro y la otra, Dios se hace carne y patea la vida junto a nosotros y nosotras.
Quizás ese día estaba particularmente sensible.
Ciudad Santa al servicio del capitalismo globalizado, propuestas mercantiles en sus calles; gente quebrando los muros de la ciudad para venderlos como subvenir y desparrarlos por el mundo; gente que quiere sobrevivir en la Ciudad de Dios o Dioses.
De nuevo en el noroeste del West Bank. De nuevo a la normalidad de los anormal.
Ayer, domingo, fui de nuevo a Nablus, a celebrar con los hermanos y hermanas en Cristo. Esta vez la misa fue en la Iglesia Católica Latina de Nablus. Llegué tarde porque me perdí. La misa iba entrando en la parte de la confesión de pecados. Iglesia chica, pero llena: algunos locales, algunas monjas, algunos Acompañantes Ecuménicos de Tulkarm, Janun y Jayyuos; enfrente, el cura y el monaguillo haciendo lo pertinente.
Entré, me senté junto a una monja que al parecer no le gusto mucho el aspecto de mi cara y mis adornos en las orejas; no me miró más, solo se limitó a rezar. ¿Abra rezado por mi? La misa transcurría con total normalidad.
Cuando llegó el momento de la eucaristía, el padre y el monaguillo realizaron la ceremonia propia de este momento, y los celebrantes nos dispusimos a caminar hacia el altar y recibir el cuerpo y la sangre de Cristo.
Se armó la fila en clave peregrinación, y comenzamos a caminar.
Casi todos los Acompañantes Ecuménicos nos dispusimos a caminar mezclados entre los locales y las monjas, en la fila. Cuando llegó mi turno, el padre me miró a los ojos y con vos firme y en inglés me preguntó: - Are you Catholic? (¿eres tu Católico?)
Con vos decidida y sin pensar contesté: -Yes (Si).
Como muchos sabrán, aquellos que no confesamos la fe y no hemos recibido el bautismo de la Iglesia Católica Apostólica Romana, no tenemos permitido comulgar en la administración eucarística de dicha iglesia.
Cuando caminaba hacia mi banco de nuevo, sonreí porque le mentí al cura y porque me acordé que al otro día (10 de diciembre), o sea, hoy, sería el cumpleaños de una hermana católica que quiero un bocha, con las cual hemos gastado, malgastado y disfrutado infinidad de horas debatiendo sobre dogmas, interpretaciones bíblicas y formas de acompañamiento pastoral; aprovecho este espacio para saludarla: Feliz Cumple Negra!!! y que el Tata te siga bancando como hasta ahora, y oh-ala que puedas seguir compartiendo esa fe hermosa que tenes por muchos lugares más. Salú.
El cristianismo oriental, se preocupa a menudo por las barreras dogmáticas de las otras macro confesiones, y creo yo, que poco sé del mundo católico cristiano, que se olvida algunas veces de mirar hacia el ombligo, una vez más.
El lunes transcurrió con normalidad: monitoreo en una puerta agrícola, monitoreo en una puerta escolar, visita en la casa de Ahmad, y por la tarde, clases de conversación de inglés en el Campo de Refugiados de Tulkarm.
Hace poco más de dos semanas que estoy en Tulkarm. La ansiedad ha bajado en poco. Sigo sin yerba para el mate, no compro más cigarrillos porque son carísimos, pero no deje de fumar, no se ilusionen; he comenzado a formar parte de los armadores: tabaco y papel. El café árabe a copado la parada, y ya he tomado más café en dos semanas de lo que he tomado en toda mi vida.
Muchas cosas me siguen impresionando, otras ha pasado al rango de lo normal, y aquí me gustaría hacer un alto para que pensemos juntos la normalidad.
No me gusta mucho lo normal, lo estático, la no movilidad, la sensación de estar paralizado, pero, ¿a quién si?
En los Territorios Palestinos hay muchas realidades que aparentan ser normales, la gente las vive con total normalidad, o por lo menos, es lo que parece por afuera. ¿y que pasará por dentro?
Check-points, puertas agrícolas, puertas escolares, colonos israelíes armados y sedientos de tierra, demolición de edificios para que los espacios queden vacíos, sin casas, sin gente, sin vida; asesinatos caratulados como atentados terroristas, rutas demolidas y bloqueadas, pasaportes prestados; muros por todos lado, barreras en cada esquina, separaciones artificiales en busca de la seguridad nacional; seres humanos enjaulados como animales peligrosos, mujeres y niños llorando la muerte de sus padres, maridos y hermanos por los canales de televisión; la ilusión del control sobre lo incontrolable. Los sistemas están configurados para controlar cuerpos, mentes, deseos y sueños.
De un lado apelan al control, del otro, a la resistencia. De un lado se defienden con armas, del otro, con piedras. De un lado son legales, del otro, ilegales. La barreras reales y simbólicas se alzan día a día en Medio Oriente, y algunas ya forman parte de la cotidianidad de niños, adultos y ancianos. “Ya es así y es lo que hay”.
Alunas voces no están de acuerdo con esta forma de normalidad.Algunas voces resuenan a-normales y van contra-corriente 
Yo me sumo a ellas y les cuento que existe un Estado reconocido por muchos países, allá largo y hacia el final de los '40, que quiere que familias enteras vivan apartadas, quiere que se desmiembren los vínculos y que las fuerzas desaparezcan, quiere separar para controlar.
También existen otros y otras, que son un Deseo de Estado que se defiende con la sonrisa y la paciencia, y que día y noche se cuidan mutuamente entre familias, hermanos, barrios y ciudades, y que rezan a su Dios por la unión en medio de la des-unión.
Después de haberme desilusionado en los lugares santos y de mentirle al cura, mi fe tambalea, pero no desaparece. Sigue, hoy más que nunca, siendo la fuente de mis ganas de vivir, aprender y cuestionar la normalidad de lo anormal.
Me despido esperando.
Quiera el Dios de la Creación que la cotidianidad no nos ahogue, que las barreras que muchas veces nosotros mismos construimos no logren aislarnos de la alegría y la bendición del encuentro con otros y otras para que nazcan nuevos horizontes; quiera ese mismo u otro Dios que las construcciones que nacen de nuestras razones se pongan al servicio de la paz y el amor, y que la herramientas que fabricamos estén al servicio de la Creación y no de la destrucción.
Hasta otro día.  
10.12.12 – Tulkarm - Territorios Palestinos
Jonathan Michel

1Normalmente anormal es el primer DVD de la banda uruguayaLa Vela Puerca” cuyo nombre se debe a la frase de la canción Escobas del disco A contraluz: "Es algo normalmente anormal"

martes, 4 de diciembre de 2012

Asentados y des-asentados


Generalmente la incertidumbre nos produce un poco de miedo, temblores que recorren el cuerpo, van y vuelven como el viento de verano. Preferimos la seguridad y la estabilidad. Discutiremos, tomaremos algunos descansos y seguiremos discutiendo, compartiendo diferentes puntos de vista sobre la seguridad y la estabilidad.
Hoy quiero hacer el intento de abandonar por un rato las relatividades.
Hace algunos años, discutíamos con mis mejores amigos acerca de los grises de la vida, que no todo el blanco o negro; que algunas veces puede ser blanco y negro, y que cuando esto sucede, comienzan a nacer los grises. Hoy, estoy plenamente de acuerdo con esta postura. En aquel entonces, no del todo. Ellos recordarán.
Con lo que no estoy de acuerdo es con la sistemática, violenta, ilegal y deshumanizante forma de arrebatarle la vida a las personas. Y en esta oportunidad, no me refiero unicamente a la vida biológica. Me refiero, también, a las tierras, las casas, lo muebles, los burros, los arboles, las plantas, la espiritualidad, los símbolos y las esperanza.
Hoy fue día de visitas.
En las cercanías de Tulkarem, existen un número importarte de pequeños pueblos. Planificadamente, vamos rotando las visitas, ya que es bastante el territorio a cubrir. En esta rotación, tratamos al menos de visitar algunas familias, contactos locales y municipalidades. En las mismas, vamos a registrando datos, escuchando historias, tomando fotos, oyendo, observando; algunas veces concluyendo.
Hoy, he llegado a una conclusión: los asentamientos israelíes en Palestina, en el West Bank, son planificados para exterminio sistemático de seres humanos y sociedades enteras. Uno de los problemas más complejos de las realidades Palestinas e Israelís es la tierra. Sonará, a priori, un poco trillado. Veamos que podemos desglosar.
A la 1 pm salimos para Immat'in. Llovía. Día gris en el West Bank, o por lo menos en el norte. Iba todo el equipo. Llegamos a Immat'in. Nos encontramos en la municipalidad del pueblo. Nos recibieron dos hombres muy amables. No tomamos tiempo para saludarnos, para contarnos un poco que hacíamos y de donde veníamos. Cuando el café estaba sobre la mesa, comenzamos a conversar.
Immat'in es una aldea de unos 3.000 habitantes. Esta ubicada en el noreste del West Bank, entre las ciudades de Nablus y Qalquliya. Los habitantes de este poblado son agricultores. Tienen huertos, cultivan árboles frutales, y por supuesto, como en la mayoría de los Territorios Palestinos, cuidan y cosechan árboles de olivos, para hacer aceite y vender aceitunas. “Eso era antes”, comentaba uno de nuestros interlocutores. Continuaba, “ya no nos queda tierra que cuidar y cultivar, la ocuparon casi toda. Ahora tenemos que recorrer grandes distancias, y esperar horas en los check-point para ir a Israel a trabajar de albañiles o de lo que sea”. Immat'in tiene 3 escuelas: una para niñas, y dos para niños. También tienen una sala de primeros auxilios, una municipalidad hermosa y gente con corazones enormes.
Immat'in está rodeada por tres asentamientos. Los asentamientos son poblaciones israelíes construidas arbitrariamente y por la fuerza en territorios palestinos. Los asentamientos comenzaron a surgir a partir de la Guerra de los Seis Días, allá por 1967. Desde entonces, el gobierno Israelí, sus fuerzas militares y los colonos, van ganando terreno y expandiendo sus territorios a costa de familias y poblados palestinos. Su métodos: control mediante las conquistas militares. Cuando los palestinos se quedan sin casas, los que pueden se refugian el el exterior; lo que no, emigran a campamentos ubicados cerca de otras ciudades palestinas.
Seguimos tomando café. Conversamos sobre nuestros países, hablamos de fútbol. Me preguntaron si lo conocía a Mesi, si alguna vez lo había visto jugar a Maradona. Demoré un rato con contarles de donde venia, que Argentina es enorme, que mi pueblo es pequeño, que las personas famosas se van del país, que cuando viven allá, es complicado cruzarlos por las calles.
También nos contaron que están cansados, que no es justo, que lo único que les queda es aguantar, aferrados a la tierra con dientes y uñas, corazón y lagrimas. Nos contaron que quieren trabajar pero no los dejan, que cuando quieren ir a cuidar y cultivar sus tierras, los soldados israelíes los echan, les dicen que por seguridad no pueden estar allí. Comentaron que los colonos (los habitantes de los asentamientos/colonias israelíes) son personas muy agresivas, que están armados y que son los jefes del ejercito, que el gobierno israelí no pincha ni corta, que cuando hay algún problema los colonos llaman a los soldados y ellos llegan con armas y tanques y les piden amablemente que vuelvan a sus casas.
“Somos conscientes de que en otras partes del mundo hay problemas, pero no vamos a aceptar esta realidad; vamos a seguir resistiendo y orando para que nuestro Dios nos ayude, porque hoy estamos todos detrás de las rejas”. Estás palabras eran del Principal del pueblo, algo así como el intendente. Mientras hablaba tenia en sus manos una especie de rosario musulmán. Le pregunte que era. Me dijo que era para orar. Me lo regalo.
Sacamos algunas fotos, dejamos de tomar notas, nos dependimos y emprendimos viaje hacia una aldea vecina.
En el camino paramos a tomar algunas fotos. Una vez mas, el paisaje hacia lo suyo y nos dejaba boquiabiertos. Las palabras no eran dignas del momento. Silencio de nuevo.
Llegamos a Far'ata. Es un poblado de unos 700 habitantes. Esta comunidad es muy cercana a Immat'in. Uno no se da cuenta cuando termina una y comienza la otra. Comparten los establecimientos educativos, los servicios y la municipalidad.
Llegamos a la casa de Abu Abdel. Es nuestro contacto en esta aldea. Los contactos en cada una de las aldeas, son las personas que no llaman cuando hay algún problema con los colonos.
La aldea se encuentra a unos 600 metros por encima del nivel del mar. Las nubes rozaban los cerros y descargaban agua con mucha intensidad. Inmediatamente nos cobijamos en la casa de Abdel.
No sacar los calzados, y nos dispusimos en la sala de estar. Los sillones eran muy cómodos. En las paredes había muchos cuadros con inscripciones del Coran. Lo se porque pregunté.
Sirvieron té, trajeron mandarinas. Agradecimos.
Nuestro chófer hacia las veces de traductor, ya que Abdel no habla inglés.
Comenzamos la conversación.
Abdel nos comentó que está trabajando en Israel, de albañil. Por unos instantes, recordé cuando trabajé de albañil por un año. Cruz diablo. Me moría de frio; los días de calor eran insoportables. Mis manos parecían pedazos de lija. Mi pelo, esponja de acero para lavar los platos.
A diferencia de Abdel, yo no tenia que caminar dos horas por las mañana hasta el check-point más cercano. Tampoco necesitaba esperar una hora para cruzar, algunas veces bajo la lluvia, aguantar el maltrato de los soldados en los chek-point, llegar tarde y que no cobrar el día; llegar tarde y perder el trabajo, trabajar todo el día, volver a casa por el mismo recorrido y bancarse humillaciones.
Nos contó que antes de la Segunda Intifada, tenían bastantes tierras aún, pero que después, perdieron casi todo, y que lo poco que les quedó, fue destruido por los colonos: árboles de olivos cortados y quemados.
A partir de hace algunos años, los colonos ya no construyen más casas en algunos lugares. Ellos llegan y plantan una carpa, sí, una carpa, como esas que usamos para ir camping. Están algunas horas en el día y cuando no están, las carpas son custodiadas por los soldados. Ahora, también, llegan con casas rodantes o caravanas, las plantan ahí y se quedan. Van conquistando tierras con carpas, tanques, armas y maquinas excavadoras. Estás últimas las usan para cuando necesitan más lugar. Van a la dependencia israelí más cercana y consiguen ordenes de demolición. Con estás ordenes, los soldados, los tanques y las excavadoras, llegan a las comunidades palestinas y arrancan las casas de raíz.
Le preguntamos porque siguen allí. Abdel respondió: “porque es nuestra tierra y aquí vamos a morir. Les devuelvo la pregunta, ¿ustedes se irían si esto sucediera en sus países?”
Hubo silencio en la sala. Abdel sonrió. Todos sonreímos.
En cada visita, la sensación que recorré mi cuerpo es la misma: los palestinos no le temen a la muerte, le temen a la cotidianidad de la vida.
Quizás el relato de hoy fue mas descriptivo que reflexivo. La realidad es que no iba a escribir. El cansancio otra vez se hace presente. Afuera llueve, el día estuvo gris.
La realidad es que les prometí a las personas de Immat'in y a Abdel que les iba a contar a ustedes este pedacito de realidad, que ustedes, estoy casi seguro, iban a comprender, iban a orar, iban a pensar aunque sea unos segundos en sus familias, en sus vidas, en sus tragedias y en sus luchas. La realidad es que mañana es mi cumpleaños y me voy dos días de franco. La realidad es que estoy aquí para dejarme tocar por los relatos y las vidas de los habitantes de Immat'in y Far'ata y tratar de compartirlas con ustedes.
Hoy, el pedido es para el/la de Arriba una vez mas, y el agradecimiento es para cada una de las personas que se pegaron una vuelta por el blog, para los que comentaron en facebook, para los y las que escribieron correos electrónicos mandando buenas vibras y oraciones, porque todos esos saludos, oraciones y buenas vibras están presentes en cada una de las visitas que hago en Palestina, cada palestino que me ha abierto su casa y ha compartido conmigo su historia, sabe que del otro lado del charco hay un puñado de gente que esta mandando la mejor de las energías para este lado, para que el sufrimiento amengüe, para que los brazos no caigan, para que la realidad se modifique solo un poquito, para que los niños y las niñas puedan proyectar un horizonte un pedacito mas claro.
Mañana por la mañana me voy a descansar unos días. Llegaré el fin de semana.
Que mientras sigamos esperando en este tiempo de Adviento, el Dios de la vida vaya gestando una nueva realidad, nuevos grises, nuevas opciones, un nuevo Reino.
Hasta otro día.

lunes, 3 de diciembre de 2012

A la espera del cuerpo



Tiempo de adviento en el mundo cristiano. Tiempo de congelar cuentas y expandir los asentamientos en el mundo judío. Tiempo de llorar una muerte más en el mundo palestino.
Ayer por la mañana fui a participar de una celebración ecuménica en la Iglesia Anglicana de Saint Phillips, en Nablus.
Primer domingo de adviento. Comienzo del calendario litúrgico cristiano. La mayoría de ustedes sabrán que significa esto. En términos de rituales, velas y coronas. En términos práctico espirituales, nos preparamos para el nacimiento del Salvador. Cuatro semanas de espera hasta la natividad de Jesús.
Y yo me pregunto, además del nacimiento de un niño que viene a cambiar la historia, ¿qué esperamos?
La celebración en Nablus fue alucinante. Toda la liturgia fue en árabe, incluida las oraciones y la lectura de los textos bíblicos. ¿se imaginan Lucas 1- 67:79 en árabe...?
No tengo ni idea que decían en las oraciones; no puede pescar ninguna palabra de la predicación, y solo podía tararear las canciones. Iglesia Anglicana, así que todas las canciones eran himnos, muy parecidos a los de mi iglesia; me queda la duda si no son las mismas canciones. No le pude preguntar al pastor, porque no hablaba inglés. Nadie hablaba inglés, solo mis compañeros de equipo. Este detalle fue muy interesante. Eramos 13 Acompañantes Ecuménicos del Consejo Mundial de Iglesias. Solo 4 pasamos a compartir la eucaristía. Cuándo terminó el culto salí a un patio, una señora me convidó con café y nos pusimos a charlar; ella en árabe y yo en español, total. No entendí las palabras, pero los movimientos del cuerpo indicaban agradecimiento. No puede evitar dejar salir un pensamiento: ¿qué hago acá, en adviento, en una iglesia cristiana, en medio de una ciudad musulmana, y no muy lejos, rodeada de asentamientos judíos?
El destino, la fe, los valores, los ideales, las ganas de algo diferente, la impotencia porque seres humanos mueren sin razón... La lista seguía.
Vamos a comer algo dijo uno de mi colegas... Vamos.
Comenzamos a caminar, la ciudad es increíble. Llena de ferias, callejones, vendedores ambulantes. Está en un valle, por lo que uno puede ver entre los edificios, cerros. Los edificios van escalando los cerros, y algunos están apostados en la cima. Caminaba. Uno de mis colegas me hablaba en inglés. No recuerdo que era. Finalmente me toco el hombro y me preguntó si podía oírlo. Le pedí disculpas y le dije que estaba un poco cansado. Repitió, ¿te gusta la comida de Palestina? Contesté que sí, pero que tenía ganas de comer un buen pedazo de carne a la parrilla. Creo que no me entendió. Me preguntó si había encontrado algún lugar en donde comprar yerba. Le dije que no, y que hacía dos días que se me había acabado. Sin mate en Palestina.
Llegamos a un lugar, nos sentamos, ordenamos, comimos, charlamos. Yo seguía pensando que hacia allí.
Finalmente emprendimos el viaje de regreso a Tulkarm. El paisaje, una vez más, alusinante. Charlamos de música con mi colegas. Íbamos escuchando Brian Adams en un celular.
Llegó la noche, era hora de descansar. Todavía no había respuestas. Antes de dormir suelo orar, y me trabe en una especie de conversación mientras oraba. Me cuestionaba, a lo Lutero, que hago acá.
El día arrancó con normalidad. Dos de mis colegas habían salido temprano a monitorear dos puertas agrícolas 1. En estás puertas, hacemos un conteo de cuantas personas cruzan las puertas, cuantos animales pasan, cuantos tractores, en entre otras cosas. Generalmente una o dos horas. Además, monitoreamos que no haya ningún abuso por parte de los soldados hacia los chacareros. Luego volcamos toda esta información en informes que son enviados al Consejo Mundial de Iglesias y la ONU.
Eran las 9 de la mañana. Sonó un celular. Era el telefóno de una de mis colegas. Atendió. Su cara se iba desfigurando mientras escuchaba. Cortó. ¿Qué pasó?, pregunté. Parece que mataron a un palestino en el este de Tulkarm, pero fue un accidente de tránsito o algo así. En realidad no es claro.
Llamamos a nuestros informantes locales para recopilar un poco de información, pedimos autorización al encargado de seguridad en Jerusalén. La conseguimos. Llamamos a nuestro chófer, el cual es nuestro contacto local, conductor y traductor. Llego enseguida. Salimos.
Intentamos acceder al lugar del supuesto accidente por cuatro rutas diferentes. Todas estaban inhabilitadas por el ejercito israelí. En cada uno de los accesos hacia el supuesto lugar del accidente, había cuatro o cinco soldados apostados con armas indicándole a los conductores que debían tomar otra ruta.
Finalmente, decidimos quedarnos en un chek-point. Bajamos del coche y comenzamos a conversar con el chófer de una ambulancia. Nos comentó que no los dejan pasar a buscar el cadáver y que había varias versiones de lo ocurrido.
De repente, hubo una gran movilización de personas que subían rápidamente a sus autos. Nuestro chófer habló con alguien en árabe. ¿Que pasa?, le preguntamos. “Hay versiones de que el ejercito está yendo hacía la casa del difunto a demoler la casa, porqué hay versiones de que fue un ataque al ejercito”.
En ese preciso momento nos miramos con mi colega y nuestras caras indicaban desconcierto total. Estamos en medio de una película, y nadie nos avisó.
Volvimos a hacer algunos llamados. El rumor parecía cierto. Nos fuimos.
Pasamos por nuestra casa y buscamos a nuestros otros dos colegas, y nos dirigimos hacia la casa de la supuesta viuda.
Llegamos en media hora. Había gran cantidad de vecinos. En una casa estaban todas la mujeres del barrio con la supuesta viuda. En otra casa estaban el tío del hombre, el hermano y diez hombres. En los callejones había unos 30 o 40 hombres, sentados, haciendo llamadas por teléfono y fumando.
Entramos a la casa de los hombres. Mi colegas mujeres fueron a la casa de la viuda y los cinco hijos. El más grande tiene 11 años. La más pequeña, meses.
Todo mi cuerpo podía percibir mucha bronca y falta de aliento.
Nos sentamos. Nuestro chófer traducía.
Resultado final: el hombre volvía de trabajar en Nablus. Chocó de frente con un jeep del ejercito israelí. Estaban todos lastimados, pero vivos. El hombre palestino logró salir de su coche, y se dirigió hacia el jeep para ayudar a los soldados a salir. Los soldados pensaron que el los quería atacar y le dispararon. Hoy por la noche un diario israelí califico el accidente como un atentado terrorista.
Llamamos a una abogada. Nos dijo que teníamos poca información y que por ahora no podía hacer nada. Llamamos a otra organización: “los llamamos en unos días”. Hasta ahora no han demolido la casa.
Hace varios años que hago acompañamiento pastoral. He trabajado en varias comunidades. He patiado la villa por algún tiempo. He acompañado jóvenes, niños y adultos. Me gusta este trabajo.
Hoy no pude soportar la situación. Hoy quebré. Hoy la bronca y la impotencia se adueñaron de mi cuerpo y mi mente. Hoy me enojé con mi dios, con el dios de los judíos, con el dios de los musulmanes, con todos los dioses.
Hoy, los gritos de la viuda atravesaron todo mi cuerpo. Hoy el llanto de los hijos de la persona asesinada no me dejaron pensar. Hoy, el dolor de los habitantes de 'Illar, es mi dolor. Hoy Tulkarm está de luto, y no alcanza saber que 138 países están de acuerdo con que Palestina sea parte de la Naciones Unidas. Hoy no me alcanza con saber que Londres, Paris y Madrid citan a sus embajadores por la expansión de los asentamientos ilegales israelíes. Hoy no alcanza con saber que Obama está enojado con Netanyahu.
A las 21 horas, hora local, las autoridades israelís tenían el cuerpo en algún destacamento del ejercito. Desde ahí, es probable que lo lleven a un hospital de estudiantes, para que los estudiantes puedan aprender sobre anatomía, y luego, sabe dios cuando, se lo entregaran a la familia para que le den sepultura.
A diferencia de nuestros rituales occidentales, los musulmanes deben enterrar el cuerpo lo antes posible después de la muerte, para que el alma encuentre rápidamente el camino hacia el cielo, y los seres queridos puedan comenzar a recomponer sus vidas lo antes posible. En nuestra casa oramos para que sea pronto.
Quizás estas lineas están desorganizadas. El cansancio es mucho. Quizá la búsqueda de respuestas me está agotando. Es posible que las barreras idiomáticas estén jugando una mala pasada.
Quizás solo debo esperar el nacimiento de un nuevo cuerpo, un nuevo espíritu, una nueva vida, una nueva Creación, un Reino diferente.
Quizás hoy el relato se extendió un poco más de los normal. Lo necesitaba. No me alcanzan las palabras en inglés para describir como me siento. En español tampoco, pero siento que estoy un poco más cerca.
Sigo sin respuestas. Es probable que por algún tiempo aún.
No se muy bien porque estoy acá. No se si quiero saberlo. Se que quiero ser y estar en este lugar en el mundo, porque me está modificando, me está cuestionando, me está enseñando. Me está invitando a dar gracias por la vida en cada momento. Me está desafiando a denunciar la muerte en cada palabra elegida.
Hoy no hay imagen. Solo algunas palabras. Pocas o muchas, correctas o erradas. Ustedes dirán.
Que la paz y el amor sean soporte para cada una de nuestras decisiones. Que cada palestino asesinado a sangre fría no sea solo un número en las estadísticas. Que la justicia comience a echar raíces de una vez por todas. Que las señales del Reino sean cada vez más intensas. Que los Dioses de la humanidad se pongan de acuerdo en favor de la vida. Que la Resurrección impacte en medio de la muerte y sea. Que la familia del pueblo de 'Illar pueda encontrar consuelo.
Estos son mis deseos. En esos deseos se apoya mi fe.
Hasta otro día.
03.12.12 – Tulkarm - Territorios Palestinos
Jonathan Michel

1Las puertas agrícolas son puertas de control estratégicamente ubicadas por el ejercito israelí. El ejercito israelí suele construir rutas militares, y estás quedan “sin querer” entre los poblados o entre las zonas rurales donde los palestinos cultivan las tierras. Todos los días, los palestinos que tienen tierras del otro lado de las puertas, deben pasar por los controles y mostrar las documentaciones correspondientes. Generalmente los dejan pasar; otras veces, por “razones de seguridad”, no. Generalmente, estás puertas se abren dos o tres horas por las mañanas, y otras dos o tres por las noches. A veces abren menos tiempo. A veces no se abren.